En Chile el oficio del títere tradicional se yergue desde la cultura popular urbana, siendo su expresión patrimonial el arte del títere y la marioneta. Se trata de un arte sincrético que ha perdurado en su vertiente tradicional por más de cinco siglos en América Latina.Esta práctica se caracteriza por la recreación de historias y relatos que muestran mundos reales o de fantasía, que pueden contener moralejas éticas o enseñanzas de vida. De igual manera, las historias pueden estar asociadas tanto a saberes tradicionales como a expresiones o elementos culturales, manteniendo vivas historias locales y saberes que forman parte fundamental de nuestras identidades y memorias.Para la elaboración de estos muñecos, se trabaja principalmente con títeres de guante hechos con la técnica tradicional de papel maché. Para lograr su movimiento, se introduce el dedo índice en la cabeza del muñeco y los dedos mayor y pulgar en las manos, asomando medio cuerpo del muñeco por el escenario. Se confecciona el cuerpo del muñeco con tela, mientras que la cabeza y las manos son hechas de papel maché, una masa de papel elaborada con papel picado y remojado en agua, a la que, una vez escurrida, se le agrega pegamento, transformándose en una pasta homogénea que sirve para modelar objetos.En Chile, el arte de los títeres ha circulado al margen de las artes valoradas institucionalmente en la escena artística, como lo son el teatro, la danza o el circo. Los títeres han sido considerados históricamente como un arte menor o una subdisciplina del teatro, y no existen espacios exclusivos que fomenten y colaboren en su desarrollo y difusión. En este sentido, el camino de titiriteros y titiriteras es reflejo de un esfuerzo constante de reinvención y de generación de espacios autónomos para poner en escena su arte, manteniéndolo a través del tiempo.
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